15 septiembre 2007

El poder de la Oración

Cuando hablamos de oración, generalmente lo asociamos con Dios, con espiritualidad, con pedir algo, con cerrar los ojos y entregarse a un ser supremo… la oración la asociamos con muchos conceptos. Todos los conceptos tienen una verdad, sin embargo, muchas veces oramos sin que de resultado, cuando esto sucede, nos desanimamos y optamos por dejar de orar y damos una razón “¿para que? Si de todos modos no pasa nada, solo pierdo el tiempo”.

Desde que éramos pequeños nos enseñaron a orar, nos enseñaron a hablar con un Dios como un ser externo a nosotros, como una persona de un máximo rango al que deberíamos temer porque podríamos ser castigados.

Cuando comenzamos a tener uso de razón, nos quedamos con la imagen de que había un ser superior capaz de castigarnos, darnos la vida y la muerte, vigilarnos para que fuéramos conducidos por el “buen” camino. Y creamos una línea imaginaria entre Dios y nosotros, donde, de aquel lado está Dios y de éste lado estamos nosotros.

Los vínculos se pierden mas, cuando le pedimos a Dios deseos, y estos no son cumplidos. Es cuando creemos que no hay Dios, que no somos dignos de su amor, que hemos sido tan pecadores que no somos escuchados, o que simplemente Él no quiere darnos lo que necesitamos.

Cuando éramos pequeños, éramos dependientes de nuestros padres, no podíamos tener lo que necesitábamos si no fuera mediante ellos. Nosotros solamente tomábamos lo que ellos nos proporcionaban. Ahora, siendo mayores, somos los que damos, ahora son los pequeños los que toman de nosotros. Sin embargo, debido a la ruptura del vínculo con Dios, seguimos creyendo que es Él quien debe darnos por toda la vida, nos sentimos como seres separados, nos seguimos sintiendo como los pequeños que seguirán recibiendo de su mano todo lo que necesitamos; la desilusión viene después, cuando hablamos y no somos escuchados, pedimos y no recibimos.

Es probable que hayas pedido algo a Dios y se te ha concedido, es cuando podemos dar Gracias a sus bondades y podemos decir que Dios si está con nosotros, pues nos ha dado muestra de su bondad. Pero, ¿Por qué somos ignorados tantas veces? ¿Por qué muchas veces nuestra oración no tiene el poder que nosotros esperamos? Pienso que la respuesta rige principalmente porque nos sentimos separados a Dios, seguimos creyendo que entre Él y nosotros hay un gran abismo, y sólo pidiendo con palabras adecuadas recibiremos todo lo que queramos.

Posiblemente hemos olvidado que tenemos una unión con Dios, posiblemente ya hemos olvidado que Dios vive en nosotros y juntos le damos vida a nuestra realidad. Somos una parte de Dios, y aunque estamos separados físicamente seguimos unidos en nuestro Interior.

¿Cuántas veces hemos pedido en oración algo a Dios, mientras nosotros seguimos sentados esperando su bondad? ¿Cuántas veces leemos una oración y por más que nos concentremos no logramos lo que deseamos? ¿Cuántas desilusiones divinas hemos tenido?

Muchas veces nos han dicho que la oración la debemos hacer con Fe, extraída desde el fondo de nuestro corazón. ¿Porqué hacer una oración desde el fondo de nuestro corazón? Porque Dios vive en el fondo de nuestro corazón.

Si estoy seguro que Dios y yo formamos “uno mismo”, entonces estoy seguro que seré escuchado cuando hable desde el fondo de mi corazón. Puedo leer una oración escrita por una persona conocida o desconocida, pero si la leo como un poema, estaré recitando un verso en lugar de hacer una oración. Si deseo que se me cumpla un propósito, y confío en Dios que se logrará, mientras espero sentado su solución, entonces seguiré pensando que Dios y yo somos personas separadas, por lo que el logro de los propósitos se alejará.
El poder de la oración es infinito, cuando nos integramos al cumplimiento de los deseos. Pedir en Oración nuestros deseos debe estar acompañado de la acción. Debo iniciar mi oración sabiendo que estoy unido a Dios, por lo tanto, “pido y me levanto a buscarlo”, siendo ésta la forma responsable de buscar la superación.
Si alguien me hace un daño y le pido de Dios que lo perdone, entonces sigo pensando que Dios y yo somos seres separados. Si alguien me hace daño y asumo la responsabilidad de perdonarlo desde el fondo de mi corazón entonces estoy creando la comunión con Dios y yo.

El Poder de la Oración es infinito, cuando integramos a Dios en nuestra vida y nos convertimos en uno mismo. La Oración es sólo palabras cuando creemos que no somos parte de Dios, la Oración crea Poder cuando nosotros le damos el poder desde el fondo de nuestro corazón.

Ejercicio. En un lugar muy tranquilo, cierra los ojos, y siente a Dios en el fondo de tu corazón. siente la tranquilidad del amor de Dios, intégrate a su amor, y escucha su voz lleno de paz, calma y felicidad. Crea una unión con Dios. Aquí inicia el amor.

Recuerda, el Poder de la oración es infinita, cuando nos integramos al cumplimiento de los deseos.

3 comentarios:

Lidia M. Domes dijo...

Muy cierto lo que dices!!!

Cómo podríamos existir sin que Dios obre en nosotros, si cada célula de nuestro cuerpo tiene la belleza y la perfección manifestada???

Somos UNO con Dios y en Dios. Somos la Divina manifestación de Dios, con esa capa de olvido que nos hace creer que estamos separados!!!

Dios , en todos sus aspectos te bendiga Rafael!!!

Un abrazo,Lidia

González Luis dijo...

La oración es el vínculo perfecto de comunicación con Dios. Cierto. En beneficio personal la mayoría de las veces. Pero siento que cuando se hace en proyectiva, con miras a un beneficio común, plural, social, es mucho más poderosa. Si el entorno está bien, también yo lo estaré. Si pido por mis vecinos y la seguridad social, de eso saldré beneficiado.
Orar en conjunto, por cada uno y por los que nos rodean es de gran poder. En este momento oro por tí. Que Dios te bendiga!

Opalo dijo...

Hola Rafael:

Vine a traves de Lidia a conocer acerca tu trabajo y realmente te felicito, tanto los temas como la dinamica que usas me parecen estupendos.
Que Dios te bendiga por ayudarnos de este modo.

Saludos